21 de diciembre de 2011

MUJERES DE CUIDADO

Hace pocos días mientras navegaba… choqué con un cuaderno llamado
Mujeres de cuidado. Justicia, cuidado y transformación, de Lucía Ramón.
Me llamó la atención el título (Mujeres de cuidado tiene una doble lectura) y decidí leerlo. Pueden encontrarlo en http://www.cristianismeijusticia.net
Como ella lo dice en la introducción, trata de “la relación, por un lado, entre el cuidado de las personas y la felicidad, y por otro, la justicia y la transformación de la sociedad”.
Del capítulo 5º que lleva por título “Los caminos del amor de sí y del amor al prójimo”, transcribo:



“Varones y mujeres necesitamos una revolución del sentir en clave feminista para crecer a imagen y semejanza de Dios en el amor y para hacer este mundo más habitable. Y hemos de discernir en qué necesitamos crecer cada uno de nosotros para lograr una auténtica armonía personal y comunitaria. El camino del amor es el camino de la madurez humana y espiritual. Dice Joan Chittister que ‘Dios Creador espera que toda mujer sea autónoma, única y en constante desarrollo’. Es cierto, las mujeres necesitamos profundizar en esta verdad, creer en ella, crecer desde ella. Hemos de partir del hecho que nuestros saberes y experiencias de cuidado carecen de valor en el mercado; sin embargo, hemos de buscar nuevas posibilidades de crecimiento y de revelación espiritual. Conocemos nuestras pérdidas y experimentamos tener que empezar aparentemente de cero una y otra vez. Nos encontramos muchas veces desposeídas y con las manos vacías en este orden patriarcal. Por eso, necesitamos descubrir que nosotras somos la perla preciosa, el dracma perdido, el tesoro escondido de Dios.”



En este mismo capítulo, la autora expone cifras y datos acerca de la realidad de la mujer en el mundo. Haciéndonos eco de la campaña Di No – Únete de ONU mujer, difundimos estos datos con la esperanza de transformar estas realidades.



5.1. Caín, ¿dónde está tu hermana?



Los datos claman al cielo y contrastan con la ceguera o la indiferencia de muchos varones ante la reivindicación de una mayor justicia para las mujeres. Cuando escribo estas líneas ya han muerto en España 49 mujeres a manos de sus parejas o ex-parejas. La cifra es estremecedora. Pero todavía lo son más los datos de la injusticia global que sufren las mujeres por el hecho de serlo.


La feminización de la pobreza es una realidad que se impone a quien mira el mundo desde la perspectiva de la justicia. El número de niñas y mujeres “desaparecidas” desde la década de los noventa del pasado siglo XX es de más de cien millones, a pesar de que en circunstancias normales nacen alrededor de 95 niñas por cada cien niños, y de que las niñas tienen una ventaja biológica significativa sobre los chicos y un menor índice de mortalidad. Estos cien millones es el diferencial entre las mujeres que existen y las que deberían existir si no hubiese discriminación y feminización de la pobreza. Los datos sobre las “mujeres desaparecidas” son bien elocuentes: 30 millones en China, 23 millones en India, 3 millones en Pakistán, 1,6 en Bangladesh, 600.000 en Egipto y Turquía, 200.000 en Nepal y 40 millones en el resto del mundo.

La discriminación basada en el sexo es una enfermedad mortal


El 67% de los pobres en el mundo son mujeres. Ellas representan el 80% de la población desnutrida, el 70% de adultos analfabetos y el 67% de los niños no escolarizados. Aunque su trabajo representa el 52% del total, sólo poseen el 1%de la tierra, el 2%del crédito agrícola y el 10% del dinero en propiedad. Respecto al acceso a los puestos de decisión política y económica, las mujeres sólo ocupan un 6% de los puestos ministeriales y un 14% de los escaños parlamentarios y de los puestos de dirección económica.


En bastantes países la preferencia por el hijo varón se traduce en el infanticidio de niñas y el aborto selectivo. La discriminación de las niñas en el acceso a cuidados, alimentos, salud y educación aparece claramente en los informes del PNUD sobre desarrollo humano. La mortalidad femenina está muy asociada a la ausencia de atención sanitaria en la maternidad y a la violencia de género.


Los informes del Fondo de Naciones Unidas para la Población han mostrado cómo una de cada tres mujeres en el mundo sufre malos tratos o abusos sexuales. Mil millones de mujeres han sido golpeadas, forzadas a una relación sexual no deseada o sometidas a abusos durante sus vidas. El 47% de las mujeres manifiesta que su primera relación sexual fue forzada. 135 millones de niñas y mujeres han sufrido la mutilación genital, y cada año dos millones corren el riesgo de sufrirla (6.000 cada día, 5 niñas cada minuto).


Amnistía Internacional, en su informe Los derechos humanos, un derecho de la mujer, ofrece cifras escalofriantes: «La discriminación es una enfermedad mortal. Diariamente mueren más mujeres y niñas a consecuencia de diversas formas de violencia y discriminación basadas en el sexo que por ningún otro tipo de abuso contra los derechos humanos. Cada año, según UNICEF, más de un millón de niñas mueren sólo por el hecho de haber nacido mujer. Todos los años, debido a la discriminación, millones de mujeres son mutiladas, golpeadas hasta morir, quemadas vivas, despojadas de sus derechos legales y compradas y vendidas en un comercio de esclavas no reconocido con fines domésticos o sexuales. Por causa de su sexo, las mujeres corren el riesgo de sufrir diversos abusos violentos por parte de organizaciones privadas o particulares».


Los informes de los organismos de Naciones Unidas revelan que en cifras globales las mujeres son mucho más generosas con su tiempo que los varones. Las mujeres realizan una gran cantidad de trabajo no remunerado en favor de la comunidad. La experiencia de millones de mujeres es la de vivir junto con varones en mundos separados. Es la experiencia de la desigualdad, de la diferencia convertida en subordinación.


En la mayor parte del mundo las mujeres salen perdiendo por el hecho de ser mujeres. La feminización de la pobreza y la discriminación de género tienen consecuencias nefastas para su salud, su integridad física, su acceso a la educación y su participación social y económica.
Actualmente crece la sensibilidad ante esta realidad y el mundo cristiano, y especialmente los varones que ocupan puestos de liderazgo en él, ha de entrar en acción para favorecer la emancipación y liberación de las mujeres que sufren pobreza, injusticia, explotación y discriminación.”

Es necesario difundir esta cruel , mortal e injusta realidad, tenerla siempre presente para continuar trabajando y hacer los cambios indispensables para que hombres y mujeres vivamos una buena vida (Sumak Kawsay) o buena vida en nuestra casa común que es común a todos los seres…antes con mucha seguridad habría dicho “los seres vivientes” pensando en animales y plantas pero ahora…no quiero excluir ni a las piedras ni a tantos otros seres que existen (aunque no los vea ni conozca) y que también participan de la vida, de nuestra vida.


L@s animo a leer el cuaderno y a actuar en conciencia.
                                                                             Lina Tudela

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