16 de noviembre de 2008

EL CANTAR DE LOS CANTARES VS EL GÉNESIS

“Hembra y varón han nacido para mutualidad y amor. Están desnudos sin vergüenza; son semejantes sin duplicación. Viven en jardines donde la naturaleza se suma a celebrar su unidad. Los animales recuerdan a la pareja su compartida superioridad en la creación, a la vez que su afinidad y responsabilidad hacia las criaturas menores. Los frutos agradables al gusto y a la mirada se ofrecen para que los gocen. Aguas de vida riegan sus jardines. Los dos esposos están involucrados en dar nombre; ambos trabajan. Si la primera pareja siguió las ocupaciones tradicionales de mujeres y varones, la segunda acabó con los estereotipos. Ninguna de las dos entra en la retórica de una cultura de dominio machista. Como iguales que son confrontan la vida y la muerte. Pero la primera pareja perdió su igualdad mediante la desobediencia. Como consecuencia, el deseo de la mujer se convirtió en el dominio del hombre. La segunda pareja consigue la igualdad mediante el erotismo. Como consecuencia, el deseo del varón se convierte en la delicia de la mujer. Aunque pueda ser otra cosa, el Cantar es un comentario exegético de Génesis 2-3. El paraíso perdido se convierte en un paraíso reconquistado.”

Phyllis Trible
Depatriarchalizing in Biblical Interpretation
JAAR 41 (1973) 47.

“Le debemos a Phyllis Trible la consideración de que el Cantar se debe leer en clave hermenéutica del Génesis. Hay muchos más árboles, frutas y flores en el Cantar que en el paraíso original, árboles que además no están prohibidos; animales de todo tipo que no son maléficos como la serpiente, sino sinónimo de la alegría humana; una flora y una fauna exuberante en medio de huertos, jardines y campos que nos devuelven al jardín que perdimos. Parece que falta la presencia de Dios, pero no es cierto, pues Dios está donde hay amor, y éste triunfa en el mundo del Cantar.”

Isabel Gómez Acebo
“El cuerpo de la mujer y la tierra”
En: Para comprender el cuerpo de la mujer. Una perspectiva bíblica y ética, Ed. Verbo Divino, Estella 1996.